Muchas veces las emociones han tocado a mi puerta. Durante años traté de no abrirla, hasta que un día se abrió de golpe. Con valentía, decidí mirar qué había detrás. Allí encontré un mar en constante movimiento: desde aguas tranquilas hasta una marea enfurecida, con olas que se sentían más grandes que yo. Hoy entiendo que ese mar no viene a ahogarme ni a arrollarme, como un día lo pensé. Ese mar de emociones está aquí para cuidarme, protegerme y guiarme.
En estas páginas te comparto reflexiones y ejercicios que me han ayudado a entender mi mar y hacer las paces con él. Aquí encontrarás una guía y un espacio seguro para ti.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.